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ÁMBITO 2

El Bajo Almanzora en la Antigüedad

2.1. EL ENTORNO DEL RÍO ALMANZORA Y SU DESEMBOCADURA

UNA TIERRA RICA CON BUENA POSICIÓN ESTRATÉGICA

*estimación del cauce del río en la Antigüedad

El río Almanzora ha sido el soporte vital de muchas civilizaciones asentadas próximas al cauce y a la desembocadura. Con un curso de unos 110 km de longitud, nace en la sierra de los Filabres, discurre por la depresión intrabética entre las sierras de las Estancias, de Lisbona y de Almagro y desemboca próximo a Villaricos.

En la Antigüedad el río desembocaba en una bahía marítima que penetraba tierra adentro hasta la actual pedanía de Herrerías y que se había creado con la elevación del nivel del mar hace unos 6500 años, formando el promontorio de Almizaraque una pequeña península.

Una cuenca rica en sedimentos depositados por el mar en el Mioceno-Plioceno y la presencia de abundante agua aportada por el río y manantiales hicieron del valle bajo del Almanzora un hábitat de fértiles tierras con gran variedad de fauna y flora, condiciones propicias para la proliferación de asentamientos humanos.

Pino carrasco y acebuche en flor

Con el tiempo, la presencia de fauna salvaje y vegetación natural fue disminuyendo por acciones del ser humano como la roturación de nuevas tierras, la agricultura cerealística, la arboricultura, la ganadería y la tala. Asimismo, la actividad pesquera tuvo una importancia notable para la mayoría de los asentamientos.

Igualmente, la riqueza de esta tierra también se halla en su subsuelo. El sistema montañoso que converge con la desembocadura del río, Sierra Almagrera, geológicamente se creó del fondo marino por la colisión de varias fallas que se fueron rellenando de filones de minerales, como la galena argentífera, convirtiéndola en una sierra muy rica en preciados recursos mineros. También fueron ricas en metales la sierra de Almagro y Sierra Cabrera.

Sierra Almagrera

Cabe además destacar la importancia del río como elemento vertebrador del territorio siendo una vía de comunicación crucial hacia el interior del valle del Almanzora y de la península ibérica que favoreció el comercio con otros pueblos.

2.2. ANTIGUOS POBLADORES EN UN MARCO PRIVILEGIADO

Ilustración de El Argar (Instituto Arqueológico Alemán – Hermanfrid Schubart)

La evolución del poblamiento del bajo Almanzora ha ido de la mano de la explotación de sus recursos naturales, mineros y del estuario del río. Este entramado productivo ha sido fundamental para el asentamiento de poblaciones prehistóricas, protohistóricas, fenicias y romanas.

De la Edad del Cobre destaca el poblado de Almizaraque en Herrerías, una de las primeras concentraciones de población estable en aldea de pequeñas cabañas circulares. Las tierras del bajo Almanzora constituyeron durante la Edad del Bronce entre 2300 y 1500 a.C. un espacio económico-político socialmente adscrito al poblado argárico de Fuente Álamo. Bajo el control de Fuente Álamo fueron explotados los recursos naturales en el mar, en el estuario, en el valle y en las sierras. Fuente Álamo, al igual que otros asentamientos como los ubicados en Gatas (Turre), Fuente Vermeja (Antas), Lugarico Viejo (Antas) y El Oficio (Cuevas del Almanzora), se halló adscrito políticamente al centro capital del Estado localizado en el sitio de El Argar (Antas).

En el siglo VIII a.C. y desde el Mediterráneo oriental, los colonos fenicios llegaron a la depresión de Vera que está recorrida por el río Antas, el río Aguas y el río Almanzora, y en cuyas desembocaduras fundaron asentamientos como Hoya del Pozo del Taray, Cabecicos Negros, Cabecico de Parra y Baria. La ciudad bariense se convirtió en un importante puerto que gozó de una economía en auge basada principalmente en la minería, la industria metalúrgica, la agricultura, el comercio y la pesca.

Desde Fuente Álamo se tenía control visual del valle bajo del río Almanzora

En el enfrentamiento durante los siglos III y II a.C. entre Roma y Cartago, poderoso estado de origen fenicio, que dio lugar a las conocidas como Guerras Púnicas, Baria optó por el bando cartaginés que fue finalmente derrotado. La ciudad fue asaltada, saqueada y sometida por el ejército romano en el año 209 a.C. El nuevo dominio sobre Baria supuso la romanización de la ciudad y de las vidas de los barienses.

Ya en el siglo III d.C. Baria acusó la crisis general que sufrió el imperio romano y entró en un periodo de letargo y decadencia que finalizó en los siglos IV y V. Las minas de Sierra Almagrera fueron abandonadas y la población de Baria se trasladó paulatinamente al Cerro de Montroy, a tan solo un kilómetro, pero con una mejor posición defensiva. Se han hallado en esta localización más de una veintena de casas en un perímetro amurallado.

La primitiva ciudad quedó en primer lugar como cantera de material de acarreo y como cementerio ocasional. Los enterramientos practicados nos han aportado elementos de ajuar de gran interés ya cristianizados. En este emplazamiento transcurrieron para los barienses los siglos VI y VII hasta que la población abandonó el Cerro de Montroy y se trasladó al cerro del Espíritu Santo, próximo al actual núcleo de Vera. Los habitantes de Baria llevaron consigo el nombre de su ciudad, que los araboberéberes llegados en el año 711 transformarán posteriormente en Baira que dará lugar a la población de Vera.

Vista del Cerro del Espíritu Santo

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