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ÁMBITO 3

La ciudad de Baria y su territorio

3.1. BARIA Y SU ECONOMÍA

EL URBANISMO Y LA VIVIENDA

Excavación de 2004 en el sector 8 en Villaricos

Investigaciones recientes sugieren que Baria tomó forma de ciudad desde finales del siglo VII a.C. Las viviendas fenicias se disponían en calles estrechas formadas por filas de casas paralelas al litoral ordenadas en terrazas sostenidas por muros de contención. Las casas tenían zócalos de cimentación y paredes de mampostería de piedra y adobes. El suelo era de arcilla o se pavimentaba en ocasiones con un enlucido de cal. Los techos eran planos, de cobertura vegetal y tierra y estaban sostenidos por muros de carga y postes de madera, pudiendo soportar en ocasiones una segunda planta. Dentro de la casa había hogares para la preparación de los alimentos, molinos de piedra para moler los cereales y telares para la fabricación de tejidos.

Termas romanas halladas en la excavación de 2004 en el sector 8 en Villaricos

A finales del siglo I a.C., en época del emperador Octavio Augusto, Baria se entregó a la construcción de una auténtica ciudad romana con la ejecución de un nuevo trazado ortogonal para sus calles y la monumentalización de los espacios y edificios públicos. Del periodo comprendido entre los siglos I y III d.C., se han hallado restos del foro y de las termas, entre otras estructuras. En el ámbito doméstico, también se han encontrado suelos pavimentados con mosaico y paredes revestidas de piedra y estuco.

Estuco decorado con un fresco del dios Baco. Hallado en la excavación de 2004 en el sector 8 en Villaricos

LA MINERÍA Y LA INDUSTRIA

Moneda acuñada en Baria. En el anverso la diosa Astarté y en el reverso el árbol de la vida simbolizado por una palmera

La explotación minera de Sierra Almagrera, rica en metales como el plomo y la plata, fue uno de los pilares económicos de la ciudad fenicia de Baria. Al noroeste de la ciudad se situaba un área industrial con talleres de fundición metalúrgica y de fabricación de útiles de hierro, cobre y bronce. Las copelas o restos de escorias hallados demuestran la producción también de plata. Durante el periodo romano, la minería y los hornos de fundición continuaron en activo, como atestiguan algunas herramientas encontradas.

La alfarería fue también una actividad relevante en Baria. Se producían pithoi, ollas, cuencos, platos, jarros, quemaperfumes y ungüentarios, entre otros objetos cerámicos. Para su fabricación se empleaban tornos de alfarero, aunque no dejaron de realizarse piezas a mano.

LA AGRICULTURA Y LA GANADERÍA

Los barienses crearon asentamientos diseminados y próximos a la ciudad dedicados a la actividad agrícola como el situado en el Cerro del Pajarraco de Vera datado en el siglo V a.C. La alimentación estuvo basada en el cultivo de cereales como la cebada y el trigo; legumbres como las lentejas y los garbanzos, traídos desde Oriente, así como habas y guisantes. Los fenicios introdujeron también la vid y el olivo para producir vino y aceite y plantaron frutales como almendros e higueras.

Por otro lado, los barienses también desarrollaron la actividad ganadera obteniendo carne y otros productos de vacas, ovejas, cabras y gallinas. En época romana, se extendió en el territorio el sistema de villae agrícolas que se convirtió en el nuevo patrón de explotación de la tierra y con el que se pretendió mejorar la producción.

3.2. LA RELIGIÓN Y LA MUERTE EN BARIA

LA RELIGIÓN

Pebetero en forma de cabeza femenina hallada en la excavación de Luis Siret en la favissa

Los barienses rendían culto a divinidades como Astarté, a la cual erigieron un templo en su honor que dataría al menos del siglo VI a.C. y que estuvo situado en una suave loma a las afueras de la ciudad. Hacia el siglo IV a.C., el templo se trasladó a la cima de una colina denominada acrópolis por Siret. También en los alrededores de la ciudad, en la falda meridional del Cerro de Montroy, Siret descubrió un santuario consistente en una cueva en cuya entrada se situaba una pequeña explanada en la que se había excavado una favissa o depósito de objetos sacros, que contenía figuras de terracota depositadas por los fieles. En su mayoría son representaciones de la cabeza de Tanit o de Démeter-Koré, una divinidad relacionada con la fertilidad de la tierra y las actividades agrícolas. Los barienses hacían rituales para conectar con la divinidad. Cabe destacar el ritual de sacrificio que realizaban a los dioses y antepasados y que podía ser incruento (flores, vino, aceite…) o cruento, es decir, con derramamiento de sangre.

Escultura de Astarté hallada en la necrópolis de Tútugi, Galera (Granada)

En el periodo romano el culto a la diosa Astarté disminuye y la devoción se centra en las divinidades romanas y en el culto a los emperadores romanos divinizados a su muerte.

LA NECRÓPOLIS

4 de los 50 hipogeos hallados en la necrópolis de Baria

Baria contaba con una gran necrópolis con enterramientos en fosa de inhumación, urnas de incineración e hipogeos. Estos últimos, realizados a partir de finales del siglo VII a.C., son tumbas de familias ricas excavadas en la roca que solían estar cerradas por una losa de piedra y en las que se disponían los cadáveres, en ocasiones en sarcófagos de madera. Pero la mayoría de las tumbas de la necrópolis son fosas de inhumación datadas entre los siglos V y II a.C.

Tanto en los hipogeos como en las fosas de inhumación se colocaban los objetos del ajuar funerario que estaba compuesto de ánforas y vasos cerámicos para beber y comer en el más allá, además de objetos personales del difunto como joyas, amuletos, elementos de adorno y más raramente útiles y armas.

Huevos de avestruz como ajuar funerario

Uno de los objetos más característicos de la necrópolis de Baria son los huevos de avestruz. Muchos están decorados con motivos geométricos y vegetales y simbolizan la regeneración y el renacimiento de la otra vida.

Tipos de enterramientos en la necrópolis de Baria:
1. hipogeo
2. tumba de inhumación
3. urna de incineración

Algunas tumbas debieron tener estelas y señalamientos y tenían un altar para que los difuntos fenicios, los rephaim, recibieran ofrendas y libaciones. Un grupo singular de enterramientos es el formado por una veintena de tumbas íberas de incineración de los siglos V y IV a.C. Las cenizas estaban guardadas en vasos decorados íberos y cráteras griegas. A partir del siglo I a.C. se extendió el ritual de incineración. Las tumbas eran pequeñas fosas que alojaban una urna para contener las cenizas del difunto y algunos elementos de ajuar como ungüentarios utilizados en la preparación del cadáver, cuencos y vasos cerámicos. En algunas ocasiones incluían alguna joya u objeto de adorno y monedas de bronce. Las tumbas de este tipo llegaron hasta comienzos del siglo I d.C., demostrando el uso de la necrópolis hasta época imperial romana.

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